Retener el agua en la planta
Controlar el agua en la planta es vital para que tenga disponibilidad y para que pueda administrar sus necesidades.
El objetivo del productor debe ser la conservación del agua y la prevención de la erosión del suelo.
Evitando la escorrentía y compensando los surcos del terreno. De lo contrario, el agua se desliza por las pendientes y se lleva el suelo con ella.
Una solución interesante consiste en incorporar un implemento detrás del apero (arado, cultivador…), que realice pequeños charcos en el terreno. Es un cambio simple que puede traducirse a la larga en rendimientos importantes.
El funcionamiento es muy simple, consiste en retener el agua allí donde cae. En cualquier superficie, el agua resbalará por gravedad hacia los desniveles más favorables. Sin embargo, en una superficie similar a la de un gofre, el agua se mantendría en los huecos formados.
Pequeños depósitos que permiten retener el agua en la planta
Este implemento crea un patrón constante, al labrar el terreno. Forma pequeños depósitos que permiten retener el agua en la planta de manera continua en toda la superficie del campo. Dependiendo del ajuste y de la velocidad de la labor, las balsetas que se forman pueden ser de mayor o menor tamaño.
Para determinar el tamaño idóneo de la balseta, habrá que tener en cuenta las necesidades del cultivo en producción, el tipo de suelo, la intensidad del riego, la tasa de absorción, la velocidad del impacto de la lluvia…
Está demostrado que estos pequeños depósitos de agua son capaces de producir en el terreno aumentos de producción. Estos incrementos son del 10% en el trigo de primavera, del 31% en el maíz y del 22% en las patatas, en comparación con la labranza convencional sin formación de balsetas, en los campos bajo riego por Pivote central.
Impedir la erosión del terreno productivo
Sin ningún tipo de actuación, los resultados de la escorrentía y la erosión, pueden llegar a ser trágicos.
Tras las lluvias o el riego, el terreno bajo (habitualmente el mejor), se ahoga, las pendientes intermedias se erosionan y se lavan (con la correspondiente pérdida de nutrientes por arrastre), y el suelo más alto se seca. La cantidad de suelo, agua y cultivo que se pierde cada temporada por la fuga del agua y la erosión, es mucho mayor de la que podemos imaginar. Resulta cara una agricultura que no retiene el agua. Preparación del campo, fertilizantes, herbicidas, planta… para luego no obtener los resultados esperados en una gran parte del terreno. Este sistema complementario al equipo de labranza, puede poner fin a estas pérdidas.
¿Cómo retener el agua en la planta? Debemos abandonar la idea aceptada de que el agua corre cuesta abajo y que no podemos hacer nada al respecto. El agua sólo irá colina abajo cuando no hagamos nada para evitarlo. Hay que actuar para almacenarla y retener el agua en la planta, frenando a su vez la erosión. El concepto es dar forma a la superficie del suelo para poder gestionar mejor el agua y detener la erosión. Es simple, económico, conveniente y eficaz.
Los baches se realizan en primavera. Las lluvias o incluso las nevadas ligeras permanecerán en esos abrevaderos, evitando que el agua corra, empapando el suelo, para comenzar a cultivar.
Se utiliza un implemento de cilindros de alto ciclo de trabajo, que utiliza un pulsador hidráulico conectando los latiguillos al tractor. Permite formar surcos o baches, no continuos, para que el agua no pueda moverse. Cada canal o pequeña presa, de 0,75 a 1,5 metros de largo, admite una contención de 22 a 30 litros de agua. Se ubican a unos 0,25 o 0,30 metros de distancia uno de otro. Los cortadores inferiores dejan la mayor parte del rastrojo en la parte superior para su protección. El objetivo final es la conservación del suelo y del agua.
